Las Sagradas Escrituras (es decir, la Santa Biblia) siempre han sido una parte integral de la Misa. De hecho, muchos de los textos se extraen de los Salmos, que eran basicamente el himnario de los Hebreos, y muchas de las oraciones estan inspiradas en las Escrituras.
Específicamente, toda la primera mitad de la Misa, la Liturgia de la Palabra, esta dedicada a darnos lecciones de las Escrituras, formalmente llamado Leccionario. Las misas dominicales consisten en dos lecturas: una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo (excepto durante la Pascual, cuando ambas provienen del Nuevo),un Responsorio (generalmente de los Salmos, aunque ocasionalmente un ca ntico) y, por supuesto, el Evangelio. Lectura, tomada de uno de los cuatro relatos evange licos. Para las misas diarias, hay una lectura en lugar de dos (¡así que no se desanime cuando llegue a una!). El Leccionario Dominical tiene un ciclo de tres an os (A, B, C) y las Misas diarias tienen un ciclo de dos an os (I, II). Así que ahora mismo estamos en el an o A-I. Como tal, si uno asistiera a Misa todos los dí as durante tres an os, escucharí a alrededor del 13,5% del Antiguo Testamento (sin contar los Salmos, que se usan en todas partes) y el 71,5% del Nuevo.
Teniendo en cuenta las palabras de uno de mis patrones, san Jero nimo, “la ignorancia de la Escritura es la ignorancia de Cristo”, reflexionemos: ¿presto atención en la Misa cuando se lee la Escritura e incluso la leo con anticipación? ¿Tomo tiempo fuera de la Misa para leer las Escrituras o rezar el Oficio Divino (Liturgia de las Horas)? ¿Soy capaz de mirar más allá del texto aparente para escuchar lo que Dios me está hablando?